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Miguel P. León Padilla

Participa en MUSICALITURGICA.COM en el Servicio Litúrgico, aportando cada semana una homilía para el Domingo correspondiente.
Sacerdote de la Diócesis de Segorbe-Castellón.

Sábado, 16. Marzo 2024 - 17:59 Hora
V Domingo de Cuaresma (ciclo B)

1L.-El profeta anuncia una nueva alianza que no podrá quebrantarse porque Dios no la prescribe como Señor, ni será escrita sobre piedras, sino que el Señor la inscribe en el corazón humano. La alianza exige una relación interior y sincera: el cambio radical está en la interiorización del compromiso.
2L - Por su obediencia al Padre hasta la muerte, y muerte de cruz, Jesús alcanzó una vida cumplida, perfecta, gloriosa, y fue constituido en Señor que ahora da la vida a todos cuantos le obedecen.
Evangelio.- "se acerca la hora, o mejor dicho, ha llegado, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y verdad".
PARA LLEVAR A LA VIDA
unos griegos quieren ver a Jesús. Se trataba de un grupo de prosélitos, que representan la vanguardia de la humanidad que acude a Jesús, nueva pascua. Empieza así a cumplirse lo que los fariseos han dicho comentando la entrada triunfal en Jerusalén: todo el mundo se ha ido detrás de El. Es la hora de la glorificación de Jesús, es decir, es reconocido como el salvador del mundo.
Jesús enseña a sus discípulos que deben servirle y servir al evangelio siguiendo su camino hasta el final. Entonces también ellos llegarán al Padre, como él, y les recompensará con la vida eterna.
El corazón humano de Jesús se espanta y atemoriza ante la muerte; pero la acepta con la confianza y la fuerza que le da el sentirse Hijo de Dios y, a pesar de que la gente la va a considerar un fracaso, El se enfrenta a ella con el íntimo convencimiento de que el amor puede más que el odio.
Jesús pide tan sólo que se cumpla la voluntad del Padre, pues para eso ha venido al mundo. Pide que sea glorificado el nombre de Dios; es decir, que se manifieste a los hombres lo que Dios es y quiere ser para todos: el Amor. Es voluntad de Dios darnos la última prueba para que creamos que es Amor, para que glorifiquemos su nombre y alcancemos la vida por Jesucristo, el Señor.
Jesús sabe que el Padre siempre le escucha, pero es preciso que los hombres sepan que el Padre está siempre con él. Por eso vino la voz del cielo.

Sábado, 9. Marzo 2024 - 19:05 Hora
IV Domingo Cuaresma -ciclo B

1L.-El cronista describe el estado de corrupción en Judá, que precedió a la cautividad de Babilonia: la aristocracia, el clero y el pueblo rivalizaban en la imitación de costumbres paganas y profanaba el templo que Yavé había santificado
2L.-S. Pablo nos recuerda que creer no significa propiamente hacer algo; creer quiere decir recibir, aceptar lo que Dios da.
Evangelio.- Jesús propone el signo de la serpiente de bronce, elevada por Moisés en el desierto como figura que ilustra proféticamente lo que sucederá en la "elevación" del Hijo del Hombre en la cruz. Destacando: la "elevación", la fuerza salvadora y el plan de Dios que tenía que cumplirse. Importancia especial tiene la "elevación", palabra utilizada en doble sentido: elevación a la cruz y elevación a la diestra del Padre.
PARA LLEVAR A LA VIDA
Llevado por su amor al mundo, Dios salva el abismo que nos separa de él y se aproxima a nosotros, para darnos lo que más quiere: entrega a su único Hijo a la muerte para que nosotros tengamos vida. En esto se manifiesta que Dios es amor.
Contrapone "perdición" (o muerte) y "vida", "condenación" (o juicio) y "salvación".
El hombre sólo puede escapar de la perdición y de la condena, si, creyendo en Jesucristo, recibe la vida y la salvación.
Dios envía a su hijo para salvar al mundo y no para condenarlo, Dios quiere la salvación de todos los hombres. Dios ofrece a todos la salvación.
El nombre del Hijo único de Dios es "Jesús", que significa "Dios salva". Creer en el "nombre", es creer en la misión salvadora de Jesús. Frente a las "tinieblas", que son la personificación del mal, se alza la "luz" que es el Hijo de Dios. La venida de la "luz" al mundo denuncia la existencia de las "tinieblas", su presencia establece inevitablemente un juicio. La "luz", la proclamación del evangelio, cuestiona a los hombres y les obliga a decidir entre la fe y la salvación, o la incredulidad y la perdición. Muchos se deciden por la incredulidad, porque sus obras no son buenas.
Los que obran perversamente se oponen a la verdad con la mentira de su vida y esconden sus malas obras huyendo de la luz. En cambio, los que hacen la verdad buscan la luz, para que se vean sus obras buenas.

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