Miguel P. León Padilla

Participa en MUSICALITURGICA.COM en el Servicio Litúrgico, aportando cada semana una homilía para el Domingo correspondiente.
Sacerdote de la Diócesis de Segorbe-Castellón.
Sábado, 30. Noviembre 2024 - 09:37 Hora
I Domingo de Adviento (ciclo C)
1L.- El profeta se lamenta contra los pastores, reyes, que en vez de cumplir con su misión de dirigir al pueblo lo han dispersado y dejado perecer. Con Sedecías el Señor da un corte en la dinastía davídica y anuncia que va a suscitar un vástago legítimo del tronco de David. El, y no Sedecías, será quien implante un reino de justicia y de derecho.
2L.- El cristiano vive esperando y con la mirada fija en el futuro. Espera no cruzado de brazos, sino viviendo el amor activo y concreto. De este modo está adelantando lo que va a ser su existencia última y plena.
Evangelio.- Los signos del final de la venida se anticipan en el juicio que realiza el hombre cuando sabe discernir entre lo justo y lo injusto, la auténtico y lo falso, lo verdadero y lo engañoso.
PARA LLEVAR A LA VIDA
Cristo habla de lo que está por venir y no se refiere al cataclismo cósmico, sino al futuro de dificultad y de sufrimiento que le espera al cristiano comprometido. Sus palabras pretenden ser una invitación a vivir con la atención puesta en el reino de Dios por llegar y a no desfallecer a causa de las dificultades. Se trata de un lenguaje gráfico y metafórico, cuya verdad, por tanto, no hay que buscarla en lo que se describe, sino en lo que se trasluce y sugiere. No estamos ante la crónica de un futuro anunciado, sino ante la magia de un futuro mejor. Evocación y sugerencia no de fin de mundo, sino de fin de un mundo como el que hacemos.El texto quiere ser una invitación al cristiano comprometido a mirar en perspectiva de utopía; darle una palabra de ánimo y de la esperanza que ha depositado en Cristo. La esperanza final debe nutrirse de esperas activas; de ahí la necesidad de evitar todo modo de existencia que impida la visibilidad del horizonte. Hay que vivir con la mirada alta y los brazos ágiles,
Domingo, 24. Noviembre 2024 - 09:42 Hora
Cristo rey del universo
1L.- La visión del final ilumina el presente de los humildes que esperan.
En su apariencia humana, es una revelación del poder salvador de Dios. Por el "hijo del hombre" se anuncia el reino de Dios, que llena el espacio y el tiempo de la historia y los rebasa.
2L.- Nuestra espera y esperanza no es pasiva, sino decididamente operante.
Cristo está allá, en la plenitud de la vida, y nos espera y nos estimula. EL es el punto Omega, al que converge toda la creación, y en el que esta pobre historia humana encontrará un final digno y glorioso.
Evangelio.- El Reino de Dios, proclamado por Cristo, no es de este «mundo» no está regido por las leyes de este pobre mundo afectado por la maldad.
PARA LLEVAR A LA VIDA
"Tú lo dices: Soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz."
Fue necesario que Jesús muriera por una acusación falsa del Sanedrín para que se mostrara al mundo la verdad: que el es rey; pero no como los reyes de este mundo.
La ironía envuelve todo el proceso contra Jesús, y una tremenda verdad se manifiesta en la farsa. Todo acontece como una burla, pero según el ceremonial de la entronización de los reyes de Israel (1 Re 1, 32-48): la coronación (Jn 19, 1-3), la aclamación del pueblo al que ha sido coronado (19, 5s), la entronización (19, 13-16). Sin apercibirse de ellos, han proclamado un rey escarnecido, "exaltado" en la cruz y glorificado por el Padre. El sentido de su reinado no es la voluntad de dominio y poder, sino cumplir en el mundo la misión de atestiguar la verdad. Y para esto no hacen falta soldados; solamente hacen falta testigos capaces de dar la vida. Jesús es el "Testigo fiel", el que sirve a la verdad como nadie.
Por eso es rey. Jesús es la Verdad misma.
No sólo es rey de Israel, sino de todos los que escuchan la verdad, porque es rey como testigo de la verdad. Sólo los que buscan y hacen la verdad le siguen y escuchan su voz.
Celebrar la fiesta de Cristo Rey es reconocer a Jesucristo como testigo de la verdad, como libertador de toda ambición mundana, de todo engaño del poder y fiebre de dominio.
Si "escuchamos" la voz de Cristo, rompamos con la mentira y el engaño, con el silencio cómplice. Cuidemos no caer en la falsía, la doblez y la impostura.
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